Ralph Griffith

Del sistema penitenciario federal a San Petersburgo: La trayectoria poco convencional de un novelista de misterio

Cuando me preguntaron recientemente sobre el trasfondo de mis novelas de misterio protagonizadas por Dmitri Petrov, me puse a reflexionar sobre mi inusual trayectoria. Mi camino para convertirme en autor quizá no sea el que uno esperaría.

Durante más de tres décadas, cumplí dos condenas de 14 años en la Oficina Federal de Prisiones (BOP) de Estados Unidos por robos a bancos. El sistema federal es un entorno único, un crisol de personas de todos los rincones del mundo. En 2004, al comenzar mi última condena, decidí que era hora de un cambio radical. Sentí que un nuevo camino me llamaba y creí que, como autor, mi pasado no definiría ni debía definir mi futuro.

En 2010 me trasladaron a Butner, Carolina del Norte. Era un centro médico más pequeño, y mi unidad de sesenta internos, junto con la población total de la prisión, de alrededor de seiscientos, conformaban un aula íntima y, en muchos sentidos, sin precedentes. Compartí ese espacio durante siete años con figuras verdaderamente infames, como Bernie Madoff, Jonathan Pollard, Nicky Scarfo y Carmine Persico; y eso es solo una pequeña muestra de las experiencias que viví allí.

Durante esos veinte años, me dediqué al estudio intensivo del ruso, el chino, el alemán, el japonés y el español, además de mi inglés nativo. Buscaba a reclusos extranjeros de esos países, centrándome intencionalmente en ellos para poner a prueba mis habilidades lingüísticas. Creo que cuando uno se esfuerza por aprender el idioma de otra persona, se abren puertas a la comprensión que de otro modo permanecerían cerradas. Fue en este singular entorno educativo donde conocí a varios «vory» rusos, o «ladrones», en la prisión federal.

Un ladrón en ley de Butner, un hombre con su propia reputación, quedó tan impresionado conmigo que me contrató para escribir su biografía. El dinero que me pagó fue vital —ahorré cada centavo para mi liberación—, pero el verdadero valor radicó en la enseñanza que me brindó. Lo que aprendí sobre el funcionamiento interno del crimen organizado en la Federación Rusa fue más valioso que cualquier libro de texto. A menudo me decía que mi ruso era terrible, pero añadía riendo: «Cuando imitas a un ruso intentando hablar inglés, lo clavas».

Desde mi liberación, esa base me ha sido muy útil. He publicado veintiocho novelas en siete series diferentes. Pero la que más me llega al corazón es la de Dmitri Petrov, que comencé precisamente en esa unidad. Dmitri Petrov es inspector de la policía de San Petersburgo, en la Federación Rusa. El primer libro, Vodka Express, presenta su mundo, y el segundo, Noches Blancas, lo sumerge en el famoso festival de la ciudad. Estrella Roja es el tercero, y me complace anunciar que la cuarta novela de la serie, Ruleta Rusa, ya está disponible.

Mi trayectoria demuestra que la inspiración puede encontrarse en los lugares más insospechados. Las lecciones que aprendí —sobre el lenguaje, la cultura y la complejidad de los seres humanos, tanto dentro como fuera de la ley— siguen inspirando mi escritura. Me recuerdan que toda experiencia, por poco convencional que sea, puede ser una herramienta para crear algo nuevo. Soy miembro de la Asociación de Escritores de Misterio de Estados Unidos y de la Asociación de Escritores de Novela Negra del Reino Unido.

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