Los Mandamientos del Nuevo Testamento - Softcover

Inhaltsangabe

Muchas personas, al escuchar hablar de los mandamientos, evocan la entrega de las tablas de la Ley de Dios a Moisés en el monte Sinaí en el contexto de truenos y relámpagos, sacudimiento de tierra, sonido de bocina y denso humo, haciéndoles pensar que fueron escritas solo para los israelitas. Otras tantas, consideran que estos Diez Mandamientos únicamente están registrados en el Antiguo Testamento, o que su sustancia medular está implícita en algunos versículos de los veintisiete libros que componen el Nuevo Testamento. Así que, al comenzar a leer la obra del Dr. Henry Álvarez se dilucida tal desconocimiento, al comprobar que toda la Biblia tiene ordenanzas no solo para ayer, sino también para hoy; que Dios no solo creó mandamientos para el pueblo judío, pues no tenemos un Dios exclusivo del Antiguo Pacto, sino también un Dios de la gracia, que por cuidar Su Creación ha tenido por siempre disposiciones que debemos atesorar y practicar; y que Su Palabra, en el Nuevo Testamento, también contiene mandamientos especialmente diseñados con y por amor a nosotros. A medida que nos vamos adentrando en la lectura, es revelado el esplendor de nuestras raíces judías y la significación de conocer la Torah; que el Señor no nos presiona con reglas, sino que deja bien claro en las Escrituras cuáles son las normas que, para nuestro bien, quiere que sigamos en el transitar en la tierra, cual directriz para mantenernos en el camino correcto delante de Dios y de los hombres, y que nos ayudan, como el mismo Dr. Álvarez lo indica, “a ser mejores personas”. Culminamos el libro con reconocimiento al autor, pues en adición a la enseñanza sobre diversos tópicos relacionados con la Ley de Dios y de la existencia de mandamientos en el Nuevo Testamento, tenemos estos parafraseados al lenguaje actual, que, más que ordenanzas, son palabras de inspiración que podemos utilizar en nuestro devocional cotidiano. Valioso aporte para ese momento especial del día dedicado a intimar con el Padre. Para que, junto al deleite y edificación de Su Palabra, la reflexión, cánticos de alabanza y oración, entremos en Su sublime presencia que nos envuelve para recibir la plenitud de Su gracia. Dra. Dalila Villasmil, PhD.

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